Cógela de tu brazo y dile: Vamos a jugar a un juego llamado asesinato/casamiento/sexo. Voy a apuntar a tres hombres de este sitio y debes decirme a quién asesinarías, con quién te casarías y con quién tendrías sexo… Y después debes decirme por qué
El éxito de estos hombres no tuvo que ver con las circunstancias, de hecho, cualquiera pudo haberse tirado a la tristeza con horribles acontencimientos. En el caso de los escritores, compositores y pintores, ¿quién dijo que fueron bien correspondidos?
Debido a la controversia mantenida por los seguidores del Tantrismo con la ortodoxia védica, que siempre y en todo momento rechazó el carácter revelado de los Tantras, los tantrikas para convalidar su posición desarrollaron una teoría propia sobre el tema.
Lo puedes dejar en pedir el teléfono que es más light. Mi consejo es, que vayas a por todas. No te límites con hacer una buena actuación o con lograr un teléfono. Si puedes besarla bésala, si puedes acostarte acuéstate. Cuanto más hagas mejor.
Historias como las de Rosa son mucho más frecuentes de lo que imaginamos, y probablemente mismo tienes muchas de estas a tu alrededor. Responsabilizar a otros de nuestra infelicidad es una forma muy sencilla de vivir, pero nos transforma en víctimas de la vida en lugar de en protagonistas.
Es hora de que ella viaje por su cuenta, él no va a recogerla, ya está en otro mundo, es cuestión de tiempo, él comienza a ser feliz y se sujeta a la esperanza con su alma. Mira hacia el tren y la ve luchando para no ser aplastada, titubeante, no sabe si quedarse en el tren o bien saltar.
Al hacerme responsable de lo que había vivido me hizo ver al otro no como mi verdugo sino como el gran profesor que necesitaba para transformar esos valores que no eran míos sino de otros, y para merecer algo mejor.
Llámame. Mi complicidad e implicación son máximas. s harán de nuestra cita una experiencia inolvidable.
No es tampoco en terminante lo que muchos considerarán (pues es menos cruda la culpa propia cuando apuntas a alguien más) una forma de justificación de la conducta decadente de un hombre que habita en una sociedad sumergida en la tan citada falta de valores.
También podemos hacer algo parecido, pero digamos, sin acabar la obra. Con dos cuerdas que enrollaremos, una bajo los pechos y otra por encima haciendo bastante presión, haremos que los pechos resalten aún más y estén expuestos.
