Ese complejo sexual, además, habitúa a arrastrar tras de sí a otros complejos
Cuando ponemos al frente de los pueblos almas demasiado jóvenes y susceptibles del bien como del mal, es fácil que se hagan dependientes de condiciones exteriores y voluntades extrañas sin tener control de sí mismos y de sus instintos subhumanos, entonces, se genera el caos.
