Enseñando a nuestros hijos
Fui a la mesita por la noche, al mismo lugar en el que había guardado las esposas y empecé a rebuscar, pero no aparecían las dichosas llaves. Incluso volqué todo el contenido en cama para ver si estaban escondidas entre los calzoncillos o bien calcetines, pero no aparecían. Me estaba empezando a agobiar.